Japón es un país lleno de misterio y leyenda. Su cultura es muy rica en supersticiones y muchas de sus historias son tan misteriosas y apasionantes como cualquier leyenda occidental. Pero, lo que quizás más llama la atención de esta cultura que está casi en nuestras antípodas, es el hecho de varias semejanzas con historias que nos resultan realmente familiares. Por ello mismo, me he decidido a indagar sobre dicha cultura, que me resulta realmente apasionante, y para los que nos aficionamos al misterio, es quizá un campo “virgen” para explorar.
Una de las cosas que más ha llamado mi atención es la creencia en los Henge. Los Henge son seres con forma animal que poseen ciertos poderes sobrenaturales. Entre ellos es muy conocida la figura del zorro o Kitsune, que posee la habilidad de poseer personas y hacerles cometer locuras. Si bien, dichos animales no provocan daño alguno, son más bien juguetones. De hecho, el zorro es considerado también protector de los niños en ciertas zonas, e incluso un dios para los sintoístas. También hay otros animales como los mapaches que son mucho más “juerguistas” y se dedican a comer y beber mientras poseen a un humano, o los dragones que dan diferentes poderes a las personas dependiendo del tipo de dragón que sea. Lo curioso de estos animales es su asociación a unas esferas de luz en las que se encuentra su alma, si las pierden, son capaces de hacer cualquier cosa para recuperarlas ya que si no lo hacen mueren. Es también interesante ver que en casi todas las culturas antiguas hay muchas referencias a animales con poderes sobrenaturales y a las famosas esferas luminosas, en España conocidas como luminarias.
Pero la cosa no acaba aquí. Sorprendente es también la historia de la princesa Kaguya, la princesa que vino de la luna. Según dice la leyenda, un anciano vio un tallo de bambú luciendo desde el interior, como es natural, la curiosidad le llevó a cortar el tallo para ver lo que había dentro. En su interior estaba un bebe al que criaron hasta que se convirtió en una hermosa joven. Esta fue pretendida por muchos príncipes, pero no llegó a casarse. Dice la historia que la joven siempre lloraba al ver la luna y que cuando sus padres le preguntaron el porque de tal reacción ella les contestó diciéndoles que ella procedía de la luna y que vendrían por ella para regresar a su planeta. El padre al saber esto, mandó llamar al emperador, el cual mandó un ejército para cuidar que nadie se llevase a la joven. Una noche, una luz cegó a todo el ejército, las gentes de la luna bajaron y se llevaron a la joven ante los ojos de todos.
No puedo evitar pensar en una abducción. Cierto es que las gentes de Japón hacen historias de cada suceso de sus vidas, pero lo curioso es pensar en el echo que pudo causar dicha historia en la antigüedad de Japón.......
Escrito por Lorena López Lafuente
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